domingo, 7 de febrero de 2010

Viento.

Me gusta escuchar el sonido del viento. Es oír algo que no se ve, que solo se muestra en sus consecuencias. En el movimiento de las copas de los árboles. En las nubes que dibujan cielos efímeros. En las vueltas locas de los papeles de la calle. En el movimiento nervioso de la ropa tendida, como si quisiera huir del daño que le hacen las pinzas. En la mano rápida del hombre que detiene la gorra que quiere despegar de su cabeza. En la sacudida del marco de la ventana por la que miras, que parece que quiera mover el edificio entero. En la falda que se pega al cuerpo de la mujer que traspasa la esquina. En el guiño de los ojos de la gente, queriendo guardarse de las motas de polvo. En el frío que choca contra nuestros mofletes enrojecidos. En los improperios que soltamos contra el viento. En las olas del agua del río. En el ulular que imitamos con nuestros labios. Me gusta el sonido del viento.



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