lunes, 17 de mayo de 2010

Me encanta mi nuevo ordenador portátil.



Sergio me lo ha regalado. Ha hecho que lo encuentre en un cajón y que yo preguntara que qué era eso envuelto. Al principio creía que era una cubertería o algo así para la casa. Lo he ido desenvolviendo y no acertaba a saber qué podía ser. Cuando he visto la marca me he dado cuenta que las cucharas japonesas todavía no han llegado a nuestro mercado, y sí los por portable computers.

Ahora tengo que acostumbrarme al nuevo teclado. Algo más apretadito que el del ordenador de sobremesa. Pero es cuestión de usarlo unas cuantas horas y listo.

Escribo esto dentro del otro gran regalo que me ha hecho Sergio. Un pisazo de noventa metros con vistas a la montaña. Sí, no hay nada más allá. Solo monte y campo y me encanta como entra el sol por las ventanas y como sale mi mirada a pasearse por el verde que lo inunda todo, en esta primavera húmeda típica de Euskadi.

Así que a partir de ahora, ya podré navegar por Internet, chatear con mis amigos y escuchar música en el spotify, sin temer que en cualquier momento el ordenador se pare,o se congele con un pitido casi solo audible por el agudo oído de un perro.

Sentado junto a la ventana, escribiendo este texto, me dan envidia las personas que pasan paseando y corriendo por las aceras y se adentran en los caminos del pequeño bosque de Zabalgana. Tengo ganas de traer la bicicleta y darme un paseo por debajo de las copas de los árboles, mientras me protegen del sol que dicen los meteorólogos que se acerca para las próximas fechas. Esperemos que así sea que si no no se me seca la ropa.

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