viernes, 28 de septiembre de 2012

El deporte...


 Hace ya un mes que he empezado a ir al gimnasio. No había ido nunca, y siempre he sido una persona muy poco dada a hacer ejercicio. 
 En el colegio no teníamos profesor de educación física. Bueno, es que por aquel entonces se llamaba gimnasia, y era solo media hora dos veces a la semana. En ese rato se jugaba en el patio a cualquier cosa. Los chicos al fútbol y las chicas y yo a las canicas. También jugaba algunas veces al fútbol  era el que se encargaba de dar conversación al portero contrario y así con la distracción mis compañeros metían gol. No sé, siempre he tenido un don para la conversación productiva. En toda la EGB metí dos goles. Los dos muy celebrados por mis compañeros, tanto que me asustaron las dos veces. 
 En el instituto sí que ya no había escapatoria. Allí la asignatura iba en serio y yo tuve que hacer de tripas corazón y empezar a esforzar este cuerpecillo. Decidí que lo mejor era tirarme en plancha en todo aquello que me pidieran. Así, lo más seguro es que me rompiera pronto la crisma y con un brazo escayolado o un esguince me libraría de la clase. No fue así. Corrí, jugué, salté el potro, hice la paloma. Hubo cosas que ni yo mismo creí haber hecho al caer sobre mis pies después del salto. Tampoco fui una Nadia Komaneci, pero por lo menos llegué al Bien. Para mí era suficiente. 
 A parte de andar un poco en bici en la adolescencia tardía, hasta los 20 años o así, nunca hice más deporte que salir algún día al monte. Y curioso que cuando más agujetas he tenido ha sido después de subir a San Juan del Monte en el día de su romería. No veas lo que cuesta bajar luego los siete kilómetros saltando y brincando. 
 Cosas de la vida, durante una temporada que no quiero recordar mucho, llegué a ser monitor de gimnasia en mi barrio. Eso sí que es dar vueltas la vida. ¡Yo dando clases de gimnasia a señoras de mediana edad! Era el siglo veinte y los felices años 90. Me lo pasaba genial cuando las señoras corrían jugando a las cuatro esquinas. Creo que inventamos la risoterapia, pero por aquel entonces no lo supimos. 
 Desde hace ya tres años decidí que mi cuerpo no podía seguir ensanchándose en la dirección que le estaba dando la gana. Siempre pasa lo mismo. Cuando le dejas, el cuerpo se dilata por donde no quieres, te crece el pelo por donde menos lo deseas o desprende metano en las situaciones más embarazosas. Así que decidí aprender a nadar. Era eso, o seguir viendo como mi escoliosis, mi cifosis y mi lordosis me convertían en el jorobado de Notre-Dâme. Ya sabía flotar, y bucear, pero nadar no. Lo conseguí. Al principio no pasaba de una calle, y debía descansar cada vez que llegaba a la pared. Ahora lo disimulo mejor y nado más veloz que alguna señora de avanzada edad. Que no creáis que es fácil, que llevan muchas horas de nado, y algo esconden dentro del gorro de flores tridimensionales que las hace incansables. A lo mejor me compro uno de esos gorros. 
 Y este curso ha llegado el GYM. Primer día de gym y nuestro querido monitor nos explica todas y cada una de las máquinas. Digo nos, porque vamos Sergio y yo a ponernos todo cachas este invierno. Ya llevo un mes y hoy he empezado con la zona de peso libre. Eso quiere decir que he tenido que entrar en un recinto al que solo entran chicos con los brazos abultados y con la cara de estreñimiento. Es ahí donde se esconden todos esos hombres que vemos en la televisión que están mazo buenorros. Lo he descubierto y estoy dentro con ellos. Eso sí, no me he mirado al espejo mientras elevaba los cinco kilos con mi bracito. Vamos, es que no he mirado a ningún sitio. La verdad es que yo creo que no hacen ni caso de nada de lo que les rodea. Solo ven las pesas y sus músculos. Así que ya me he calmado y me he puesto yo también a poner cara de estreñido al elevar con mis dos bracitos las pesas. Es cierto, he cogido las pesas pequeñas. Bueno, las menos pequeñas. Que me daba vergüenza coger las enanas. En fin. El próximo día cogeré las medianas. Por ahora me lo paso bien. Es algo nuevo y por el momento como todo lo novedoso, es divertido. Además estoy rodeado de chicos tan …definidos.


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